Se están haciendo algunas reformas en el blog. Próximamente se seguirán haciendo artículos.

Varios

Cuentos
Cuentos personalizados (1):
Había una vez un niño llamado Shako, que le gustaba jugar a los avioncitos. Desde los más rápidos hasta los más pequeños, él siempre sabía cómo volaban….  Hasta siempre iban a un lugar muy lejos.

Resulta que un día, Shako se fue a jugar al parque (llevándose unos papeles para invitar a sus amigos), y poco después llegó una persona, vestida de caballo, al estilo Rock. Mientras el pasaba, se acercó a ver a los amigos de Shako y, mientras ellos no se dieron cuenta, con su mano dura, y preparada, le tocó muy fuerte la nuca a un amigo de Shako.

El del rock se fue riéndose. Mientras jugaban los otros, el amigo de Shako se puso a llorar. Sus amigos le preguntaron: -¿Qué te pasó?-. Las ganas del otro amigo no le daban ni para responder a esa pregunta, con razón que a muchos nos cuesta sacarnos estas manías.

Él otro no pudo hablar debido a su estado de humor (A esta persona la llamaremos “El malhumorado”). Entonces fueron pasando los minutos, hasta que llegó una persona calmada, (Una persona que te puede ayudar en muchas ocasiones). Esa misma persona fue calmadamente a preguntarle al malhumorado: -¿Qué te pasó? ¿Estás triste?- le preguntó el calmado. El malhumorado todavía seguía llorando, y no pudo responder.

Shako dijo: -Señor, no le hable. Él no está de humor como para hablar en este momento.-. El calmado respondió: -¿Pueden explicarme qué pasó aquí?-.
Los amigos del malhumorado no sabían qué pasó exactamente, pero pudieron decir por lo menos algo:
-No sabemos bien de lo sucedido. Estábamos jugando ahí a los avioncitos y cuando escuchamos a nuestro amigo llorando, fuimos a su lado.-

El calmante entendió mejor. Nadie sabía qué le pasó al malhumorado (Bueno, solo él sabe qué le había pasado).

Mientras el calmado pensaba, le dijo a Shako y su amigo: -Espérenme, ya vuelvo-.
Shako y el otro lo esperaron. Mientras tanto, el  malhumorado trató de hablar:
-P..p...p.. M.i..M...MiiIreeee.een-.
-¿Qué?- dijo el amigo de Shako. Nuevamente el malhumorado no tuvo tiempo de responder, pero hizo otra cosa; salió corriendo.

El calmante llegó poco después. Al ver que el malhumorado desapareció, preguntó:
-¿Y qué pasó con el otro?-. Los amigos del malhumorado respondieron:
-Se fue corriendo hace instantes-.

El calmante tuvo que tomar alguna decisión para poder encontrarlo. Cuando le vino la idea a su cabeza, respondió:
-¡Lo tengo!- dijo el calmante -Vamos a hacer una carrera. El que encuentre a su amigo se llevará una sorpresa-.
Los amigos del malhumorado les vinieron la alegría de golpe y dijeron:
-¡¡Sí!!-

Prontos... Listos.... YA!
La carrera comenzó. Mientras Shako y sus amigos corrían, el calmante empezó a contar mediante su teléfono. Fueron corriendo y corriendo, pero...
¿Dónde estará el Malhumorado? Bueno, ya lo sabremos.
Ellos se separaron para buscar más a menudo, y estuvieron en lo correcto hasta que se encontraron con el malhumorado.
Cuando se encontraron con él, llamaron al calmante a gritos. Cuando él llegó, le mostraron al malhumorado.
-Sin duda, deberemos llamar a un hospital- Opinó el calmante, sin dejar rastros.
Migó y su amigo no lo tomaron muy en serio. Ellos creían que el hospital era un poco peligroso. El calmante dejó a ellos sin palabras. Ni siquiera el calmante sabía por qué se quedaron callados.

El calmante los agarró para el hospital. Estuvo sufriendo de dolor mientras llevaba a Shako y sus amigos, y eso que quedaba cerca el hospital.

Un minuto después llegaron. El calmante entró de a pasos junto a Shako y sus amigos. Llegó al mostrador diciendo sus primeras palabras:
-Hola, ¿Podrías darme horario para ver qué le pasa a este niño?- Dijo el calmante.

La recepcionista le dijo al calmante de que le muestre el niño que tenían que atender, (En este caso, el Malhumorado).

Ella se lo tomó en serio, y dijo -¿Tuvo algún atentado esta persona?- el calmante respondió: -Claro que sí, esta persona fue golpeada muy fuerte por otra más grande-. El calmante dejó sin palabras a la recepcionista.

Poco después la recepcionista le dijo al calmante que llevara al malhumorado a un tal pasillo.

El calmante fue y esperó su turno. Cuando la doctora le dijo que tomen asiento el calmante y el malhumorado, pero justo allí empezaron las incidencias dentro del hospital…El problema era, que el malhumorado no quería sentarse, y ni siquiera lo pudieron sentar en la silla. Este quilombo hizo que echen al malhumorado del hospital.


Y después, en ese instante, el calmante, Shako y su otro amigo fueron a ver que le pasó al malhumorado. Pero, una vez que encontraron al malhumorado, echado y en la calle, lo vieron así:



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